Gil Scott-Heron poeta e inspirador de la cultura hip hop homenajeado en un disco nuevo

El baterista y compositor Makaya McCraven, que viene revolucionando la forma de escuchar jazz desde hace unos años, acaba de publicar “We’re New Again: A reimagining by Makaja McCraven”. El trabajo es un homenaje al poeta, novelista, compositor Gil Scott-Heron. Makaya, tomo su voz, sacó la música del disco original y compuso una nueva. Un trabajo que muestra a un genial artista a las nuevas generaciones que no lo conocen.
Cuando Gil Scott- Heron fallecía en 2011, la poesía norteamericana, el soul más combativo, el jazz político y la cultura hip-hop perdían uno de sus personajes más importantes e inspiradores. Fue un símbolo de la contracultura y autor de la célebre “La Revolución No Será Televisada”, un tema de spoken word de 1971 al que se le suele atribuir el padrinazgo del rap
Cuando falleció Scott-Heron, estaba enfermo de SIDA desde hacía algo más de dos décadas y pasó la mitad de su vida peleando contra una adicción que lo hizo terminar en la cárcel para cumplir una pena de año y medio por posesión de drogas. Su último disco “I’m new here” no estaba a la altura de su leyenda y tuvo además una suerte de experimento de remezcla de ese material a cargo de uno de sus admiradores: Jamie XX. Pero su mejor momento musical fueron los discos que grabó en los años 70 como solista y con el tándem irrepetible que formaba con el pianista Brian Jackson.
El músico, nacido en Chicago, criado en el sur por su abuela e hijo de un padre ausente, el primer futbolista negro que jugó en el Celtic de Glasgow, irrumpió en la escena del jazz y la poesía de Nueva York para cambiar el curso de las cosas a finales de los 60. Aquel poeta negro estaba realmente enojado y lo plasmaba en letras brillantes, llenas de filosas referencias políticas, teorías de la conspiración y la clase de cosas “que no te cuentan en el noticiero de la noche”.
“La Revolución No Será Televisada” es un alegato contra la banalización del mundo, la superficialidad del consumo de masas, la sociedad del espectáculo y el estúpido glamour que todo lo invade (“la revolución no dará sex appeal a tu boca”). Llena de referencias culturales y políticas (de Timothy Leary, difusor del LSD en los 60, a Richard Nixon, el presidente norteamericano que promovió la guerra de Vietnam, pasando por actrices como Natalie Wood o personajes como Jackie Onassis), la canción funciona como una llamada a la acción directa, a dejar el sillón y participar de los cambios en persona.
La llegada de la música disco y sobre todo su manera superficial de ver el mundo dejó más descolocado, si cabe, a Scott-Heron que al resto de los músicos de soul de su generación. La tribu del hip hop, que tanto le debía, tampoco le dio cabida en los primeros momentos de la historia del género a principios de los 80 (aunque sus canciones se encuentran entre las más sampleadas).
Se dedicó en los ochenta y noventa a fumar crack, meterse en problemas y girar por Europa, especialmente Gran Bretaña; era usual verlo en el Jazz Cafe de Londres a finales de los 90. En aquellos recitales actuaba ante una audiencia de admiradores devotos, chicos blancos que sacaban sus propias conclusiones de aquellos versos negros y lo reverenciaban como a una de las voces más singulares de la música de los últimos cuarenta años.
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